"Nunca he conocido a nadie que merezca mi fidelidad"

"¿La fidelidad es algo que se obtiene o se gana?" - me pregunta una conocida, que prefiere mantener su anonimato.

Hace tiempo reflexioné sobre este tema en otro blog, ahora inactivo y oculto, donde a mis 19 años decía que "cuando una persona reconoce y proclama estar enamorado/a de su pareja y, después, esta dispuesto/a a ligar con otra persona o se lo plantea, independientemente de que lo consiga o no, esta cometiendo una infidelidad y, además, es una señal de que hay un problema mayor en su relación que el simple acto infiel. La gente achaca la falta de fidelidad a su carácter cuando es, en mi opinión, una clara carencia de afecto hacia la otra persona.".



No iba desencaminada hace nueve años atrás, aunque no era capaz aún de ver las relaciones desde una perspectiva más global. La realidad es que el mundo de las parejas es tan complejo o tan simple como sus protagonistas quieren que lo sea. No hay preceptos establecidos aunque sí pautas de comportamientos que se repiten según la situación, el carácter y la edad de los implicados.

En cuanto al hecho de 'estar con otras personas', la cuestión clave es saber si esa situación es pactada o no. Es decir, si ambos integrantes han asumido una serie de acuerdos -explícitos o implícitos- que conllevan una determinada permisibilidad, como la aceptación de un contacto físico con otras personas fuera de la pareja o, incluso, una relación a varias bandas. Si es el caso, en dicha situación, no se incluye el engaño.

Todo lo contrario a lo que sucede cuando la omisión no viene respaldada por un pacto. De ser así, más que infiel, lo que se está siendo es desleal. Algo que, en mi modesta opinión, es casi peor.

Y ¿qué es lo que lleva a una persona a ser infiel? Pues lejos de lo que las tenelovelas nos han hecho creer, la mayoría de las veces la razón no se encuentra en terceras personas, sino en la propia pareja. Esto de "me he enamorado de otro/a", pasa (y mucho), pero por lo general surge a raíz de un desencanto con la situación sentimental actual, incluso en aquellas personas que muestran una clara tendencia a ser infieles y que, además, suelen ser también las que más sentimientos proclaman 'a los cuatro vientos'. 

Podría pensarse que, en este tipo de situaciones, sólo hay un responsable: el/la infiel. Cierto es que cada uno es responsable de las decisiones que toma y que, por muy mala que sea una situación, nada justifica que se llegue a la traición. Sin embargo, lo que nuestra protagonista de hoy pregunta, incluye una cuestión más en toda esta ecuación: cómo nos comportamos con aquellos a los que decimos que queremos.

Si una relación es tóxica hay que dejarla de inmediato, no valen argumentos fundamentados en el tiempo que se ha prolongado, ni en los pequeños buenos momentos que se han vivido. Pero si sencillamente no estamos satisfechos con ella, por muy nimio que sea el detalle que nos lleva a tales pensamientos, se debe tomar una firme decisión: continuar con ella, aceptándola por completo, pactar nuevos términos o dar carpetazo a la relación. Todo lo demás serán escusas para no tener que tomarla.

"¿La fidelidad es algo que se obtiene o se gana?". Querida amiga, la fidelidad no es un derecho adquirido pero sí un símbolo de respeto, el cual no se debería obtener o ganar como premio a determinadas conductas, comportamientos o actitudes.

El respeto mutuo debe ser un valor sobre el que construir una relación, independientemente de si eso incluye un acuerdo al que se suman más personas. La confianza, la transparencia, la honestidad con uno mismo y la sinceridad con los demás, cierran el círculo de elementos que deberían predominar en ella. Y sí, la pena es que, hoy día, todo esto sigue sonando a teoría.

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